Los implantes dentales son soportes que actúan como ‘raíces artificiales’, y que se colocan dentro del maxilar o de la mandíbula para posteriormente soportar los nuevos dientes artificiales que irán asentados en ellos.
Están fabricados preferentemente de titanio químicamente puro y se utilizan para sustituir dientes que se han perdido por diferentes causas.
La principal característica es que un implante es capaz de integrarse de forma natural con el resto de los tejidos de la boca – a través de un proceso biológico conocido como osteointegración.
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Un implante de mala calidad tiene un riesgo mucho mayor de no osteointegrarse y de provocar complicaciones por desajustes o fracturas de la prótesis o de los elementos de unión de las prótesis con los implantes.
Fuente: Youtube / Ivan Lindo
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