Identidad, pertenencia, rito, arte, expresión corporal o moda, no importa el significado de las perforaciones en el cuerpo, las afectaciones que se generan son las mismas.
De las que se realizan en la boca, las más profundas, como las que están sobre el dorso de la lengua, son las más reactivas. Al reconocer agentes extraños, como los ornamentos que se colocan en los denominados piercing, el tejido lingual los encapsula y recubre con tejidos de granulación que crecen de manera anormal, describió Ivonne Sánchez Fabián, de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Zaragoza de la UNAM.
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Esta infección granulomatosa evita la cicatrización en la mucosa especializada o lengua, que permanecerá abierta incluso sin el objeto.
Otra lesión bucodental progresiva que se presenta es la melanosis, que consiste en la pigmentación verde o negra de la mucosa y la encía, provocada por la corrosión de los metales, y para “despintar” es necesario raspar el tejido conectivo mediante cirugía, afirmó.
Los dientes son órganos mineralizados y su dureza se debe a la composición de calcio, fósforo y magnesio, sin embargo, el roce constante con piezas metálicas provoca fracturas. “Mientras más años permanezca el piercing, es más probable que se pierdan aquéllos. Asimismo, la encía sufrirá daños irreparables con la fricción metálica, pues no se regenera”.
La especialista en patología bucal y en cirugía maxilofacial refirió que el estómago también está expuesto: hay que estar alerta de repercusiones como la disgeusia (percepción de sabor metálico), pues los ácidos que se liberan de los metales causan úlceras, trastornos de deglución y fluidos que afectan los intestinos.
Las perforaciones y colocación de piezas como ornamento no es recomendable, aunque por la biocompatibilidad con el cuerpo humano el titanio, el acero inoxidable y el cobre se utilicen para esa actividad.
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Hacerlo aumenta la vulnerabilidad de adquirir, imprevisiblemente, hepatitis C o lesiones oncológicas (cáncer): “un metal tiene un promedio de esterilización de 30 a 60 días, si no se coloca en ese periodo, el proceso debe realizarse de nuevo. La hepatitis C se produce por traer una pieza no esterilizada”, explicó Sánchez Fabián.
No hay tratamiento efectivo para reparar los daños causados por un piercing. Si el paciente refiere náuseas o problemas estomacales, se remite al gastroenterólogo; si presenta trastornos en la cavidad bucal, el dentista diagnosticará la lesión.
En el país no existe un control de estos aditamentos ni una norma oficial médica; en su mayoría, quienes se dedican a esta actividad carecen de conocimientos anatómicos, sociológicos y médicos, lo que la convierten en un problema público, remarcó.
México necesita educación en salud, hay que alertar a los jóvenes y hacer conscientes a los padres sobre los problemas que provocan. Por último, recomendó una valoración continua y exámenes de rutina para quienes portan adornos bucales, así como recurrir al dentista si se percibe algún trastorno.
Fuente: sumedico.com / UNAM
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